¿Quién programará el dinero del futuro?

Este fin de semana, el Campo Olímpico de Golf en Río de Janeiro recibe una etapa del PGA Tour Americas. El golf en Brasil sigue siendo un deporte de nicho. Pero entonces surgió la pregunta: ¿tenemos más gente jugando al golf… o programando contratos inteligentes en el país?

Buscando en LinkedIn el término “Solidity” con ubicación en Brasil, aparecen cerca de 2.600 resultados. Según la Confederación Brasileña de Golf, hoy existen más de 26.000 practicantes activos. Es decir, tenemos casi diez veces más personas intentando acertar golpes de golf que escribiendo contratos inteligentes en blockchain.

Por más insólita que parezca, esta comparación ayuda a visualizar una realidad presente —y especialmente futura— de nuestro sistema financiero digital. Particularmente, del que se construye en torno al DREX.

En la arquitectura del DREX se encuentra una infraestructura basada en DLT compatible con la EVM (Ethereum Virtual Machine), operando en un entorno permissionado, regulado e interoperable con el Sistema Financiero Nacional. Esto implica requisitos mucho más robustos: gobernanza clara, trazabilidad, seguridad formal e integración con reglas de cumplimiento y liquidación bancaria. Aquí, el contrato inteligente no corre en un entorno experimental o anónimo: opera bajo una lógica regulatoria, con impacto directo en el crédito, los activos e incluso en el propio dinero.

Por eso, la experiencia en Solidity —especialmente aplicada a contextos permissionados, con estándares de desarrollo, pruebas y despliegue controlado— será una de las habilidades más valoradas en esta nueva era de finanzas programables. Y ahí aparece la brecha: pocos profesionales en Brasil —y también en el mundo— dominan este conjunto específico de competencias. Es necesario entender el ecosistema Ethereum, saber modelar contratos seguros y eficientes, y a la vez moverse dentro de las exigencias técnicas y regulatorias del DREX. No se trata solo de saber Solidity: se trata de tener experiencia práctica en la intersección entre cripto, regulación y entornos de misión crítica. Y esa gente, seamos sinceros, es más rara que un hoyo en uno en un torneo oficial.

En el caso de la programación, la Inteligencia Artificial surge como aliada. Herramientas como copilots especializados, validación formal asistida por IA, generadores de contratos parametrizados e incluso LLMs entrenados en documentación regulatoria y marcos de tokenización pueden acelerar y democratizar el desarrollo. Pero los profesionales con experiencia sólida (sin juego de palabras) en Solidity y DLT reguladas serán los primeros en abrir el camino —y, con suerte, también en enseñar a los próximos cómo jugar este nuevo juego.

La infraestructura pública distribuida que se está construyendo permite que jugadores muy distintos entren al campo: fintechs, bancos, cooperativas, startups, múltiples reguladores, desarrolladores y no desarrolladores. Pero para que eso suceda, hay que ampliar la base. Formar gente. Porque no sirve de nada tener el campo listo si nadie sabe jugar.

En los próximos años, el golf probablemente seguirá siendo un deporte de nicho. Pero el dinero tokenizado, los activos digitales y los contratos programables —esos no. Ellos son el futuro del sistema financiero. La pregunta es: ¿vas a mirar… o vas a jugar?